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Inicios  en Costa Rica

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Misioneros: Hermanos Virgilio Figueroa y Martha Acevedo
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El martes  5 de mayo de 1970, a las cinco de la tarde, e impulsados por el llamado de Dios, llegaron a Costa Rica los misioneros puertorriqueños, Rev. Virgilio Figueroa y su esposa Marta Acevedo. Una vez en Costa Rica, llegaron a un pueblo llamado Desamparados, en San José. Ese día fueron recibidos por una humilde y amorosa familia, la familia Herrera. Esta era una numerosa, estaba compuesta por el matrimonio y diez hijos. Con mucho cariño fueron alojados allí. Ante la necesidad de poder comunicarse con los hermanos en Puerto Rico, al día siguiente, un 6 de mayo de 1970, luego de gestiones realizadas, les fue dado por el Correo Central, el apartado 6630, mismo que hasta hoy permanece vigente.

            Rápidamente comenzaron la labor misionera en una localidad llamada Las Gravilias. Allí fueron acogidos por la Sra. María Monge, quien puso su casa a la disposición para que se llevaran a cabo los cultos. El Espíritu Santo habría caminos y le pareció bien que en las páginas de la historia quedara registrado; que en Costa Rica, esa misma semana, el domingo 10 de mayo de 1970, en casa de María Monge, se dio el primer culto pentecostal en el cual asistieron seis personas. Luego de ese poderoso culto, mientras se dirigían a pie a la casa donde se hospedaban, confiesa la hermana Marta:

“Caminábamos Virgilio y yo pegaditos y pensé; ¡Estamos locos! Hace ocho días atrás teníamos una congregación linda, una buena casa, un buen carro, y ahora no tenemos carro, ni casa, ni congregación, ni cama, solo Virgilio y yo, una sombrilla y un aguacero.”

            Mirándome fijamente a los ojos me hizo dos preguntas que me estremecieron; ¿No voy a llorar?, ¿No llorarías tú? Pero más me estremeció la convicción que ella y su esposo tenían de que el Dios que les había enviado a Costa Rica seria fiel y que el propósito divino para con ellos se cumpliría en esa tierra. A la siguiente semana, el martes, en un culto le entregaba su vida a Dios la primera persona costarricense, la Sra. Esperanza Carvajal. El jueves de esa misma semana, la Sra. Hortensia Solano, una católica que había recibido un milagro de parte de Dios, también entregó su vida al Señor y ofreció un terreno en agradecimiento a Dios para que se construyese allí casa de adoración a Jehová. Como nota importante, cabe destacar que ya al mes de estar en el país, los misioneros puertorriqueños lograron obtener la personería jurídica del gobierno para la Iglesia de Dios Pentecostal con la firma de veintiún hermanos. Luego de que por espacio de cinco meces se realizaran los cultos en la casa de la hna. María Monge, nació en aquel terreno donado por la hna. Hortensia, la primera Iglesia de Dios Pentecostal en Costa Rica, la iglesia de Las Gravilias, la misma que hasta hoy permanece en pie. Merecen ser recordados en la historia, los nombres de las hermanas, María Monge, Amparo Bonilla, (Primera reconciliada) y Hortensia Solano, que junto al Rev. Virgilio y su esposa Marta, fueron pilares de la IDDPMI en Costa Rica. 

            Transcurría el tiempo, la obra del Señor continuaba su curso y los hermanos trabajaban con pasión por las almas. La segunda iglesia que se funda fue la iglesia de Maiquetía, donde quedó instalado por el Rev. Virgilio Figueroa  y la hna. Marta, el primer pastor, el hermano Gilbert Lobo. El trabajo continuó rindiendo frutos y pronto surge la tercera iglesia, Villa Esperanza y el segundo pastor instalado, Rigoberto Herrera, (Hijo de la primera familia que alojaron a los misioneros). El tercer pastor lo fue William Soto en la iglesia que se levantó en Alajuelita. Ya con tres iglesias establecidas Dios obró un milagro que debe de ser recordado. Un hombre católico, quien era contratista, agradecido por un milagro que Dios había hecho en su vida, donó todo el dinero y materiales para la construcción de lo que sería la cuarta iglesia, la iglesia Concepción de Tres Ríos. La Iglesia creciente en Costa Rica continuaba su paso bajo la unción y el poder del Espíritu Santo. Dios seguía abriendo caminos y un 24 de mayo de 1970 nace la iglesia de San José para la gloria del Señor.

            Producto de la iglesia de Las Gravilias es la hermana Rosa Mesa, la cual, recién convertida y llena de entusiasmo y poder de lo alto fue a evangelizar a su familia. Su padre, que era un hombre rico también aceptó la invitación divina y de ahí en adelante toda la familia se unió a la obra y nacieron las iglesias de Upala. A medida que pasaba el tiempo, los misioneros y líderes se daban a la tarea de educar en la Palabra de Dios a los hermanos que se seguían sumando a las filas del ejército de Cristo. La labor era titánica. Se les proveía literatura a los hermanos y cada mes, los misioneros viajaban a cada localidad a impartir las pruebas concernientes a los estudios bíblicos. Así comenzó la capacitación del Instituto Bíblico Mizpa en Costa Rica. ¡Alabanzas al Señor!

            Transcurrieron los años y cada vez más Dios se dejaba sentir con poder y gloria. La obra crecía imparable y se unían a la Iglesia de Cristo los que habían de ser salvos. Fueron muchas las vicisitudes por las que pasaron aquellos misioneros. Sufrieron hambre, necesidad, escases, y oposición. En cinco ocasiones les robaron todo lo que tenían, pero nada de eso pudo apagar la llama de fuego que ardía en sus corazones por predicar de Jesucristo y de una esperanza eterna en él. La obra que realizaron estos pioneros bajo la unción y la guianza del Espiritu Santo, sentó las bases para lo que sería la Iglesia de hoy en la bella tierra costarricense. Para el año 1986 les tocó partir de Costa Rica a estos gigantes de Dios, El Rev. Virgilio Figueroa y su esposa Marta Acevedo. Para esa fecha ya se encontraban establecidas un total de cuarenta y siete iglesias con sus respectivos pastores. En la noche de despedida de estos misioneros y mientras el hermano Benjamín Vega entonaba el cantico, “Ya no estas más con nosotros, con dolor te despedimos, nos hiciste tanto bien…”,  le regalaron a los misioneros una canasta. Acto seguido, fueron desfilando los cuarenta y siete pastores, cada uno con una fruta de madera en sus manos y en cada fruta estaba escrito el nombre de cada una de las cuarenta y siete iglesias que habían dejado fundadas estos grandes de la fe.

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            Aunque he querido dedicar este escrito a esos primeros misioneros, los pioneros que llevaron la semilla de Pentecostés a Costa Rica, no puedo dejar de mencionar otros hombres que junto a sus esposas contribuyeron grandemente a esta maravillosa obra. Estos son: Carlos Vizcarrondo, Víctor Vega, Eliecer Pérez, Eliseo Flecha, Luis Vidal Ortiz y finalmente el Rev. Ciano Fernández Carrera.

 

Todos estos hombres y mujeres que fueron enviados por el Espíritu Santo a Costa Rica a predicar las buenas nuevas de salvación, lo hicieron con amor, entrega y pasión. Lo hicieron respondiendo al mandato supremo de nuestro Señor Jesús de ir a predicar a todo lugar y a toda criatura. La semilla que sembraron con lágrimas ha dado un fruto que al día de hoy es evidente y que grita a los cuatro vientos testificando que el trabajo en la obra de Dios no es en vano. Hoy a la avanzada edad de ochenta y siete años la hermana Marta Acevedo recuerda con amor a su fallecido esposo, el Rev. Virgilio Figueroa y la obra maravillosa que el Señor les permitió trabajar. Sentada en su mecedora con una mirada tierna y profunda a la vez, como quien ha visto de cerca los portentos y maravillas incontables de Dios, la hermana Marta comentó: “Solo puedo decir gracias Señor porque siempre estuviste con nosotros, siempre estuviste ahí”. En el ocaso de esta entrevista las palabras finales de la hermana Marta Acevedo para la IDDPMI en Costa Rica de este tiempo fueron las siguientes;

“Como dijera el apóstol Pablo en 1 Corintios 3: 6, Yo sembré, Apolo regó, pero el crecimiento lo da Dios. Nosotros sembramos, otros después de nosotros regaron. Pero tienen que tener la confianza y la seguridad de que esa obra no es de los hombres, esa obra es de Dios. El que ocupe un lugar en la oficialidad de la Iglesia pensando en él como persona, está bien equivocado. Porque los lugares se ocupan pensando en que la obra es del Señor.”

Al día de hoy, después de cincuenta años de gloria, la IDDPMI en Costa Rica está en victoria. El evangelio del reino de Dios se continúa proclamando con más fuerza y vigor. Las vidas están siendo transformadas y cada día llegan más y más a un encuentro con Jesús.  A todo esto, es necesario recordar las palabras del apóstol  Pablo a los filipenses;

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.      Filipenses 3: 13-14

Ciertamente en el 1970 se encendió una llama que todavía hoy continúa ardiendo con poder de lo alto, una llama que sigue viva, una llama que no se extinguirá.

Adelante Iglesia.

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Entrevista a la hermana Marta Acevedo de Figueroa, esposa del fallecido Rev. Virgilio Figueroa, Pioneros de la IDPMI en Costa Rica.  

Por: Pastor Luis E. Pérez Cruz  IDPMI, Región de Puerto Rico.

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